Primer teorema de Gödel.

Primer teorema de Gödel

Primer teorema de incompletitud de Gödel

Cualquier teoría aritmética recursiva que sea consistente es incompleta.

La demostración de este teorema pasa por construir una cierta fórmula, la «sentencia de Gödel» G, que no puede ser probada ni refutada en T: ni G ni ¬G (la negación de G) son teoremas de T.

Se dice entonces que G y ¬G son indecidibles o independientes en T ( la noción de independencia o indecidibilidad se refiere a la imposibilidad de demostrar o refutar un predicado a partir de otros, en lógica matemática ).

Metafísica.

En física, se habla de que una fuerza es conservativa, cuando el trabajo realizado por la fuerza entre dos puntos es independiente del camino recorrido.

 

Podrías escoger ir por el camino más recto.

 

O por el camino más rápido.

 

O por el camino más fácil.

 

Pero también optar por un camino más largo. O más complicado. O un camino inverosímil.

 

Irte hasta Sebastopol para volver y seguir. Bolas que se dividen en tres. Rios de fichas de dominó que caen hasta dar en un punto.

 

Si la fuerza es conservativa, todos los caminos son igualmente eficaces ( consiguen llegar al destino ).

 

Lio. Locura. Caos. Posibilidades de fallar.

 

Estas son las opciones de los caminos que no son rápidos, no son fáciles, no son rectos.

 

Caminos poco eficientes. Te pierdes en rodeo. Implicas muchas fichas. Puede fallar. Involucran más cosas que las necesarias.

 

No hay eficiencia.

 

Pero hay algo que vas más allá que la física ( matafísica), que hace que sea alegre. Hay en esa complicación innecesaria una fuente de alegría, de regocijo, de disfrute. Hay deleitación. Hay intriga. Hay ingenio. Hay belleza. Hay plasticidad. Hay ilusión. Hay ganas de aplaudir al final. Hay ganas de volver a ser niño. Hay ganas de volver a verlo. Hay satisfacción porque haya salido.

 

No hay eficiencia.

 

Pero hay metafísica.

 

http://syynlabs.com/projects

 

 

 

Fotos que ya no haré – Una extraña reunión.

Starbucks de la Gran Vía. Terraza exterior. Tarde-noche.

Vestidas en disfraces de perro, cinco chicas toman café. Cinco iguales, y una, la novia, diferente.

En grandes vasos de plástico. Hablan. Amigablemente, pero sin excesos, sin alborotos. La imagen no dice de que. Sólo queda elucubrar.

Historias de cuando niñas. Los novios, maridos, amantes. El tedio de lo que tienen. Los deseos de lo que no tienen. El recuerdo de lo que han dejado ese fin de semana. De ropa. De lo que van a hacer. De las preguntas asustadas de la novia. De lo que les gustaría hacer.

Sentadas en el borde de la silla. En circulo. El vaso agarrado. Con dos manos. Los brazos apoyados en la mesa. Las orejas del disfraz colgando.

Gente arriba y abajo. Unos miran. Otros pasan de largo, sin verlas. Un poco más allá, un hombre pide sentado sujetando un cartel escrito en un cartón. La vida pasa al lado. Allí sentadas. Ajenas. En su conversación. En sus disfraces. En su despedida.

La foto, que ya no haré, pide un blanco y negro clásico. Atrapa lo oscuro de la noche, y de las sombras donde las luces de la gran vía no llegan a iluminar, aunque se pierda el matiz del rosa de la novia vestida de caniche.

 

 

Sigue, sigue, Sputnik.

Tal día como hoy, en 1958, Sputnik,  el primer satélite artificial, al contacto con la atmosfera en su trayectoria de entrada, ardió como una estrella fugaz.

La chica llamada Sentido viviendo en un mundo llamado Belleza.

Arrastrados por una avalancha a principios del mes de Octubre en el Monte San Lorenzo, entre Argentina y Chile, murieron J.P. Auclair y Andreas Fransson, cuando ascendían para bajarla esquiando.

J.P. Auclair era el esquiador y el responsable del video que generó esta entrada

http://www.pabloquintana.es/ritmo/ 

Andreas Fransson, esquiador también, combinaba la actividad física con la práctica de la filosofía y la escritura. En su página (http://andreasfransson.se), se pueden encontrar entradas como Luz, Oscuridad, Thin Air, El humo tenue – o la chica llamada Sentido viviendo en un mundo llamado Belleza, o la Belleza de la elección y del profundidad del Ahora.

Ambos pertenecían a una clase de personas a los que cuesta imaginar sentada en una oficina, viviendo los ritmos que marca el calendario, el reloj y los desplazamientos matutinos. Místicos, en el sentido que buscan aprehender la existencia por medio del contacto con la naturaleza. Montañas. Árboles. Cielo. Nubes. Nieve.

Gente para lo que lo que no puede ser expresado en palabras, importa. Para los que arriesgar la vida, enfrentarse a la muerte, no es sino una expresión de la vida. Que consideran que vida no es el continuo, sino que vida es lo que sale porque está la muerte. Y por ello buscan darle lustro. Buscar el tiempo de las cosas, el ritmo de las cosas, y no el ritmo del reloj. Fundirse con la naturaleza, abarcar lo inexplorado, el movimiento, el camino. Que el conocimiento, la sabiduría, lo que no puede ser expresado en palabras, surja en esa actividad, en esa naturaleza.

Hay cosas que hay que hacerlas, y ya está. Aún a riesgo de que te coja una avalancha.

 

Andreas, J.P., espero que cojáis pronto el autobús de subida.

 

Fotos que no haré – Gasolinera y Hank Williams

 

 Cafeteria

En el cruce de Oak Hill, West Virginia, hay un bar – gasolinera, un edificio blanco con tejado de pizarra y letras rojas, con tres surtidores de gasolina y un aparcamiento en el lateral.

A su espalda, se yerguen dos depósitos de agua, metálicas esferas pintadas de un suave azul celeste y levantadas sobre largos pilares metálicos, que los elevan hasta dominar la escena.

Una serie de postes de teléfono y de luz, recorren la calle, remitiendo a chispas y cortes de teléfonos y de misterio.

Una pick-up azul. Te imaginas a alguien que ha bajado de la pick-up, y ha entrado en la cafetería, y desayuna huevos revueltos con baicon, mientras una dependienta, una mujer ya entrada en años, con uniforme de cuadros, cuello redondo, pelo en permanente, y su nombre escrito en una placa prendida en el pecho ( – Lilly, o Brenda, o Caroline, o Susan), le rellena una taza de café.

-Más café cariño-. O avísame, cariño.

Mientras que el hombre, callado, silencioso, cansado, revuelve sus huevos revueltos ( revueltos al hacerse, revueltos al comerse, revueltos en el estómago). Y bebe café de su taza, azul, alta, cogida por el asa, sin azúcar.

Y mientras la camarera devuelve la cafetera a sus sitio ( que lo mantiene caliente, que mantiene el nivel no permitiendo que pase de un mínimo ), y se acerca a otro cliente, o limpia la barra, o coloca las notas apuntadas en papeles amarillos pinchadas en el borde de la barra, o leer con calma y aburrimiento, sabiendo que le debe de durar muchas horas, una revista. O aprovecha para ver el estado de sus uñas, pintadas en un color chillón – azul, rosa, naranja -, impecables, puesto que se las repasó ayer por la noche.  Y en la cafetería suena la radio, una emisora local, que picha viejos temas de Country, con un locutor con la devoción del que ama la música, y trabaja no sólo por el dinero, sino también por el gusto de poner música, y deja que suene sin interrumpirlo con comentarios y anuncios, simplemente anunciando el título del tema, y el año de su composición.

Barra de formica, y taburetes metálicos con asientos de sky rojo. Un par de mesas al lado de la ventana. Azucareros de esos que te echan la medida al volcarlos. Servilletas en un dispensador metálico.

Fuera en la calle, nieva. Aparcado, un Cadillac azul.

En el asiento trasero yace el cuerpo de un músico, joven pero consumido por una vida de excesos. Arrebujado en su abrigo. A su lado, una botella de whisky, y desperdigados, papeles ( pequeños, de un cuaderno, de un recibo, de un anuncio ), notas para canciones. Un cartel del concierto que tienen que dar esta noche de fin de año, todavía lejos, retrasados por la tormenta, y al que nunca llegarán.

Un cuerpo roto. Un cuerpo roto capaz de generar esperanza en todos aquellos que le escuchan, que han comprado entradas para oírle cantar esta noche de fin de año. Que es capaz de transmitir algo que no es capaz de transmitirse a si mismo. Que es capaz de hacer música ( su voz, su ritmo, sus letras, su guitarra) que se ajusta al cuerpo, al pensamiento, a los deseos, a los anhelos, a los pensamientos, de toda esa gente que ha comprado la entrada. Que oyen lo que ellos sienten pero no son capaces de expresar. Que piensan, pero que no consiguen que el cuerpo lo expresen. Música, y ritmo, y sentimiento e imágenes que llenan y completan y profundizan lo que siente ese salón lleno de gente.

Pero que no le llenan a él. Un cuerpo roto. Una mente dispersa pero que es capaz de hilar canciones. Unas manos temblorosas por los años de alcohol, pero que son capaces todavía de tocar las canciones. Que es capaz de sintetizar el sentimiento de aquellos que le escuchan, pero que es incapaz de curarse a si mismo. Alcohol. Pastillas. Un día tras otro. En un continuo. Y cantar. Y tocar música. Sin saber muy bien como. Y recoger e intentar recordar esa música que brota.

Que hace que la gente compre entradas para ir a oírle. A verle. Un día de año nuevo. En medio de una nevada. Entradas para un concierto que no llegará a dar. Muerto en el Cadillac azul. En el aparcamiento de una cafetería, en el cruce de Oak Hill, West Virginia.

 

Foto: Former Pure Oil gas station, Main Street at Maple Street, Oak Hill WV – Feb 1991. Place where Hank Williams, Sr.’s young driver stopped to get help when he realized Hank was not doing well in the back seat of the Cadillac. Credit: Bill Slone. http://www.flickr.com/photos/10520947@N08/3827417347/in/photostream/

 

Barbuquejo.

Palabra alegre, viva, rotunda, carnosa, en tonos sobrios, de bordes redondeados y forma copiosa. Palabra que propone un viaje al pronunciarla, arriba y abajo. Palabra que se fija en la memoria, que tiene presencia propia, que se sostiene por si misma.

Barbuquejo que cierra el casco que protege la cabeza en prácticas de uso de extintores para luchar contra el fuego. Ceñido a la barbilla.

Llamas danzarinas y espuma blanca. El ying y el yang.

Pero ahí, el barbuquejo. Palabra que salta, que ríe, que se muestra en su esplendor. La espuma apaga el fuego. Barbuquejo pervive.

 

La cura para todo es el agua salada.

“The cure for everything is saltwater. Sweat, tears or the sea.” – Isak Dinesen

 

Marketing. Espectáculo. Negocios.

Así pensaba que era, hace dos años, la salida de la Volvo Ocean Race.

Tremenda plataforma.

Equipos y patrocinadores. Todo montado, todo calculado. Carteles, stands, vinilos de publicidad. Un gran espectáculo.

La salida va a tener lugar el sábado por la mañana, para una primera etapa que debe de llevar a los barcos participantes desde Alicante hasta Cape Town, en Sudáfrica, en una travesía estimada de 20 días.

Son 6 los barcos participantes. La salida está anunciada para las 12 de la mañana, con la presentación previa de los equipos. Se espera la llegada del Príncipe de España en helicóptero, que puede llegar con retraso.

Recorro la ciudad montada en el puerto de Valencia para albergar la salida. Grandes chalets de las marcas patrocinadoras, o de otras marcas que aprovechan para mostrar sus productos. Colores. Logotipos. Diseños cuidados en los stands, que en muchos casos son desmontables para poder ser transportados al siguiente puerto.

Gente arreglada. Moviéndose. Viendo y dejándose ver. Un zumbido social, que participa de la tierra, de los stands, de las marcas, del espectáculo, del diseño. Conversación social. Apariencia. Estética. Mujeres con vestidos y tacones. Hombres maduros, que hablan a voces. Azafatas. Trabajadores de los stands, con sus badgets colgando del cuello.

El speaker rellena el cielo de palabras, mientras espera que corra el tiempo hasta la presentación de los barcos, y la posterior salida de la carrera.

Recorro el pantalán, observando con cierta distancia. Sin otra intención que ver que es lo que hay. Dejando vagar los pies. Llego hasta la zona, acotada por vallas bajas, donde están los hombres que se van a embarcar.

Los marinos.

Son unos minutos antes de la salida. Están con sus familias. Hay mujeres y niños. Amigos. Se abrazan. Se hablan. Los hombres levantan a los niños en brazos. Los besan. Algunas mujeres lloran. Hay algo allí que es ajeno a todo lo que les rodea. Hombre, mujeres y niños. Un sentimiento de trascendencia. Sentimientos y sensibilidad. Hay algo que no es la marca, la publicidad y el marketing. Que no es hablar a grandes voces y llevar tacones.

Son hombres que se van a echar a la mar. A cruzar el océano. A luchar con la naturaleza ( el mar, los vientos, las tormentas, el sol, la noche, los monstruos marinos, el sueño, el riesgo, la incertidumbre, el cansancio, el dolor ), y a luchar con los otros hombres, que también se despiden, por llegar los primeros al otro lado.

Son marinos, como han sido los marinos desde el principio de la humanidad. Que se despiden, porque no se van a ver en una temporada. Porque puede que no se vuelvan a ver. Porque van rumbo a lo desconocido. Que van a la batalla por llegar antes que los otros barcos.

Héroes de leyenda en el mundo moderno.

El próximo sábado 4 de Octubre empieza una nueva edición de la Volvo Ocean Race.

http://www.volvooceanrace.com/en/teams.html

Habrá marcas. Habrá marketing. Habrá una tremenda estructura montada alrededor de unos pocos hombres. Héroes. Una competición esos héroes del mar enlazan con las raíces de la humanidad, para echarse al mar a navegar, a leer los vientos, buscar las rutas, estudiar la naturaleza, para intentar llegar al destino antes que el resto. 8 hombres (y mujeres ) en su barco. Con un objetivo. Con una misión. Con un capitán al mando. 7 barcos surcando los océanos, buscando su ruta, leyendo los vientos.

Como héroes legendarios.

El volcán Bardarbunga.

Porque los volcanes son como cosas que ya no parecen de este mundo.

Por el color imposible de la lava.

Por esas cosas increíblemente destructoras que son las nubes piroclásticas.

Porque se mezcla el aire y la tierra, el fuego y el agua, el hierro y el azufre.

Porque es un fenómeno, aún hoy en día, de crear tierra e islas donde antes no las había.

Por lo que tienen de mitológicos.

Porque es capaz de parar a los aviones.

Porque es capaz de convertir en ceniza ciudades enteras.

Porque suelen tener nombres increíbles. Etna. Vesubio. Krakatoa. Bardarbunga.

(Bernard Meric/AFP/Getty Images)

http://www.theatlantic.com/infocus/2014/09/the-eruptions-of-icelands-bardarbunga-volcano/100813/