Teclea, y golpea el Enter

Me fijo, desde mi asiento de ventanilla, en el comportamiento de los dedos, acabados en esas uñas a la francesa.

La posición de la mano sobre el teclado es desplegada, con técnica de mecanografía, con cada uno de los dedos cubriendo una zona del teclado ( como si fueran jugadores desplegados en el campo de futbol).

Observo que lo que principalmente produce ruido es la tecla de borrado y la tecla Enter

Cuando llega el momento de presionar cualquiera de esas dos teclas, la mano derecha, se levanta, y es el dedo anular el que golpea ( no se puede hablar de presionar, si no de golpe ) la tecla de borrado o la tecla del Enter.

El efecto es hipnótico. La mano apoyada en el ordenador, simplemente sosteniendo los dedos que se mueven buscando la tecla que quieren presionar, para de repente, levantarse la mano derecha y lanzarse a golpear borrar o Enter. Chack. Chack. Borrar o Enter. Y volver a navegar por el teclado, suavemente, rápidamente, los dedos sutiles buscando la tecla. Chack. Enter o Borrar.

Enter: esto vale. Allí vá.

Borrar: eso, eliminar, no vale. Fuera.

Chack. Chack.

El bien y el mal. El pervivir o el desaparecer. El publicarse o el ser borrado. Chack. Chack.

Dedos acabados en manicura francesa moviéndose por el teclado de un avión que vuela entre las nubes. Palabras que surgen del teclado.

Chack. Chack.

Borrar o Enter.

 

Waking up on an airplane

Me despierto 20 minutos antes de aterrizar. Suave. Despacio. No ha sido el aviso de aterrizaje. No ha sido ningún ruido. Ha sido simplemente despertarse, salir lentamente del sueño.

Sin embargo, todo sigue ligeramente irreal. Como si el mundo del sueño y el mundo real se mezclaran, se juntaran de repente en uno nuevo yuxtapuesto.

Miro por la ventanilla, a mi derecha. Las nubes añaden un efecto irreal.

Oigo teclear a mi izquierda. Es la pasajera que va en el asiento de pasillo. El asiento de enmedio está ocupado, así que no llego a verla. Simplemente veo sus manos moviendose en el teclado. En ese estado de irrealidad, me fijo en sus dedos. Concretamente en sus uñas.

Manicura a la francesa, le llaman. Esa que pinta el borde de las uñas de otro color, normalmente más claro. Como si fuera la uña al natural, larga, donde el borde que no está en contacto con la carne cambia de color, más claro. Así, salvo que la uña es esmaltada, y por tanto, el color no es natural. Tampoco el borde. Es una representación de la realidad, inventada, mejorada, ajustada, trabajada. Una realidad que tampoco es realidad. Unas uñas esmaltadas como si fueran uñas, pero que no son uñas. Están conviviendo con las uñas reales, una encima de la otra. Como el mundo al despertase lentamente en un avión, donde el mundo real y el mundo del sueño se superponen.

Con el borde lleno de nubes.