Fotos que no haré – Gasolinera y Hank Williams

 

 Cafeteria

En el cruce de Oak Hill, West Virginia, hay un bar – gasolinera, un edificio blanco con tejado de pizarra y letras rojas, con tres surtidores de gasolina y un aparcamiento en el lateral.

A su espalda, se yerguen dos depósitos de agua, metálicas esferas pintadas de un suave azul celeste y levantadas sobre largos pilares metálicos, que los elevan hasta dominar la escena.

Una serie de postes de teléfono y de luz, recorren la calle, remitiendo a chispas y cortes de teléfonos y de misterio.

Una pick-up azul. Te imaginas a alguien que ha bajado de la pick-up, y ha entrado en la cafetería, y desayuna huevos revueltos con baicon, mientras una dependienta, una mujer ya entrada en años, con uniforme de cuadros, cuello redondo, pelo en permanente, y su nombre escrito en una placa prendida en el pecho ( – Lilly, o Brenda, o Caroline, o Susan), le rellena una taza de café.

-Más café cariño-. O avísame, cariño.

Mientras que el hombre, callado, silencioso, cansado, revuelve sus huevos revueltos ( revueltos al hacerse, revueltos al comerse, revueltos en el estómago). Y bebe café de su taza, azul, alta, cogida por el asa, sin azúcar.

Y mientras la camarera devuelve la cafetera a sus sitio ( que lo mantiene caliente, que mantiene el nivel no permitiendo que pase de un mínimo ), y se acerca a otro cliente, o limpia la barra, o coloca las notas apuntadas en papeles amarillos pinchadas en el borde de la barra, o leer con calma y aburrimiento, sabiendo que le debe de durar muchas horas, una revista. O aprovecha para ver el estado de sus uñas, pintadas en un color chillón – azul, rosa, naranja -, impecables, puesto que se las repasó ayer por la noche.  Y en la cafetería suena la radio, una emisora local, que picha viejos temas de Country, con un locutor con la devoción del que ama la música, y trabaja no sólo por el dinero, sino también por el gusto de poner música, y deja que suene sin interrumpirlo con comentarios y anuncios, simplemente anunciando el título del tema, y el año de su composición.

Barra de formica, y taburetes metálicos con asientos de sky rojo. Un par de mesas al lado de la ventana. Azucareros de esos que te echan la medida al volcarlos. Servilletas en un dispensador metálico.

Fuera en la calle, nieva. Aparcado, un Cadillac azul.

En el asiento trasero yace el cuerpo de un músico, joven pero consumido por una vida de excesos. Arrebujado en su abrigo. A su lado, una botella de whisky, y desperdigados, papeles ( pequeños, de un cuaderno, de un recibo, de un anuncio ), notas para canciones. Un cartel del concierto que tienen que dar esta noche de fin de año, todavía lejos, retrasados por la tormenta, y al que nunca llegarán.

Un cuerpo roto. Un cuerpo roto capaz de generar esperanza en todos aquellos que le escuchan, que han comprado entradas para oírle cantar esta noche de fin de año. Que es capaz de transmitir algo que no es capaz de transmitirse a si mismo. Que es capaz de hacer música ( su voz, su ritmo, sus letras, su guitarra) que se ajusta al cuerpo, al pensamiento, a los deseos, a los anhelos, a los pensamientos, de toda esa gente que ha comprado la entrada. Que oyen lo que ellos sienten pero no son capaces de expresar. Que piensan, pero que no consiguen que el cuerpo lo expresen. Música, y ritmo, y sentimiento e imágenes que llenan y completan y profundizan lo que siente ese salón lleno de gente.

Pero que no le llenan a él. Un cuerpo roto. Una mente dispersa pero que es capaz de hilar canciones. Unas manos temblorosas por los años de alcohol, pero que son capaces todavía de tocar las canciones. Que es capaz de sintetizar el sentimiento de aquellos que le escuchan, pero que es incapaz de curarse a si mismo. Alcohol. Pastillas. Un día tras otro. En un continuo. Y cantar. Y tocar música. Sin saber muy bien como. Y recoger e intentar recordar esa música que brota.

Que hace que la gente compre entradas para ir a oírle. A verle. Un día de año nuevo. En medio de una nevada. Entradas para un concierto que no llegará a dar. Muerto en el Cadillac azul. En el aparcamiento de una cafetería, en el cruce de Oak Hill, West Virginia.

 

Foto: Former Pure Oil gas station, Main Street at Maple Street, Oak Hill WV – Feb 1991. Place where Hank Williams, Sr.’s young driver stopped to get help when he realized Hank was not doing well in the back seat of the Cadillac. Credit: Bill Slone. http://www.flickr.com/photos/10520947@N08/3827417347/in/photostream/

 

Alberto García-Alix, y fotos que ya no hará.

Me encuentro esto en la entrevista a Alberto García-Alix en El Mundo, con motivo de la inaguración de su exposición de autoretratos en PhotoEspaña. Corto y pego.

 

[...] ¿Qué tal estaban esas primeras fotos? ¿Le gustan? ¿No le ponen de mal humor por la pedantería juvenil, como suele ocurrir?

Me gustan mucho. Lo que me pone de mal humor es no haber hecho más. Tiraba un carrete al día y ya me creía fotógrafo. Tenía las cosas delante de mis ojos y no las fotografié. O no lo suficiente. Eso me da verdadera mala conciencia. También es verdad que era pobre y no me daba…

[...] 

Y cuando se habla de lo poético en sus fotografías… ¿Se reconoce en eso de «poético» o le parece palabrería?

La poesía… Yo necesito, lo primero, predisposición para mirar por el objetivo. Muchas veces es duro encontrar esas ganas. Y después, la inspiración para dialogar y encontrar respuestas. Reconozco que hay un aliento poético en todo eso, en ese creencia que la forma de ser está en la forma de ver.

Fotos que ya no haré – De un edificio en las llamas

El atardecer se refleja en las grandes cristaleras de una antigua nave industrial. Una nave de esas ( edificio de ladrillo cocido, tejado a dos aguas, grandes cristaleras en los laterales del edificio ) surgidas en la revolución industrial, como las que salen en las revistas de diseño reconvertidas en lofts. El sol, de naranja intenso, da de lleno en la cristalera tintándola de un furioso color naranja. Los ladrillos, de barro cocido, absorben esa misma luz, manteniéndose de un color oscuroagravados por años de abandono y suciedad.

Un coche gris viene en sentido contrario, tomando la curva.

El puente, que pasa por encima de la vía del tren, te pone a la altura de la cristalera.

Asfalto, ladrillo, cemento y acero.

Carretera en curva frente a edificio vertical.

Dinámica del coche, congelada en un momento frente al edificio.

Un gran rectángulo de naranja intenso, rabioso, ácido, denso, rebosante, destacando en medio de colores fríos.

El sol concentrado en el marco de una cristalera.

El fuego del sol lejano reflejado, como si fuera un edificio en llamas.

Fotos que ya no haré – Oriente y Occidente

De todas las personas que se encuentran sentadas en circulo leyendo, todas en las misma posición – piernas cruzadas en la posición de loto, espalda recta, en silencio y actitud concentrada, ropa clara y suelta como los que practican disciplinas orientales como el yoga o el taichi- la lectura sujeta con ambas manos a la altura de los ojos, de todas esas personas – círculo amplio, no menos de veinte personas – hay una que lee, en lugar de un libro, un Ipad.

De todas estás personas, es esa chica la que descuadra, porque oriental como es, su lectura es de arriba hacia abajo, en lugar del movimiento horizontal de lectura del resto.

Papel frente electrónica.

Lectura horizotal frente a lectura vertical.

Oriente se encuentra con Occidente, pero en la foto que ya no haré, Oriente destaca de Occidente.

Para completar la foto, Parque del Retiro, luz del mediodía, debajo de uno de un gran castaño de Indias que bordea una de las plazoletas del parque. Probablemente pediría la foto ser en blanco y negro.

Fotos que ya no haré

¿ Que es lo que hace una foto?.

En mi opinión, la mirada. No en el sentido de ver, sino que es algo que busca lo que todavía no está, pero que ya anticipa que puede estar. Es algo que ve lo que todavía no es, pero que ya se aparece. Es capaz de anticipar lo que va a estar, de una manera que no es “evidente”. En ese sentido, igual que se puede hablar de “aporía de aprender” ( ¿ como se puede aprender, incluso empezar a aprender, algo que no sabes, que no tienes, que no conoces?), creo que se podría hablar de “aporía de mirar” ( ¿ como puedes ver lo que luego va a estar en la foto?. ¿ Porque fotografiar eso, en ese instante, con ese encuadre, y no cualquier otro?. ¿ Porque la mirada del fotógrafo consigue sacar lo que la vista de muchos no son capaces de ver?).

En esta categoría, lo que quiero es probar a intentar reproducir, tanto descriptivamente como lo que había en esa mirada, fotos que ya no haré… por el simple hecho de que en aquel momento no tenía cámara.

Es, por tanto, un intento de recuperar esos “instantes definitivos”.

A ver que sale.