Fotos que ya no haré – Una extraña reunión.

Starbucks de la Gran Vía. Terraza exterior. Tarde-noche.

Vestidas en disfraces de perro, cinco chicas toman café. Cinco iguales, y una, la novia, diferente.

En grandes vasos de plástico. Hablan. Amigablemente, pero sin excesos, sin alborotos. La imagen no dice de que. Sólo queda elucubrar.

Historias de cuando niñas. Los novios, maridos, amantes. El tedio de lo que tienen. Los deseos de lo que no tienen. El recuerdo de lo que han dejado ese fin de semana. De ropa. De lo que van a hacer. De las preguntas asustadas de la novia. De lo que les gustaría hacer.

Sentadas en el borde de la silla. En circulo. El vaso agarrado. Con dos manos. Los brazos apoyados en la mesa. Las orejas del disfraz colgando.

Gente arriba y abajo. Unos miran. Otros pasan de largo, sin verlas. Un poco más allá, un hombre pide sentado sujetando un cartel escrito en un cartón. La vida pasa al lado. Allí sentadas. Ajenas. En su conversación. En sus disfraces. En su despedida.

La foto, que ya no haré, pide un blanco y negro clásico. Atrapa lo oscuro de la noche, y de las sombras donde las luces de la gran vía no llegan a iluminar, aunque se pierda el matiz del rosa de la novia vestida de caniche.