Escribe Nicholas Carr sobre el efecto que tiene el frecuente y amplio acceso a los buscadores de internet como fuente de consulta, y como este hecho está haciendo que mucha gente empiece a confundir lo que está online con lo que está en su cabeza, lo que lleva a que esas personas tengan una sensación exagerada ( o extendida ) de su propio conocimiento e inteligencia.
Y, fruto de la estructura fragmentada pero conectada del mundo online, esta sensación de conocimiento extendido no se limita a la búsqueda de ese aspecto concreto, sino que muchas veces se extiende, o contagia, a otros temas que no tienen que ver con ese aspecto concreto, incluso que no tienen por qué estar relacionadas.
Lo que viene a concluir Carr ( a partir de las conclusiones de una serie de investigadores ), es que el usar Google proporciona a las personas que lo usan la sensación de que Google ( y su información, accesibilidad y capacidad de relaciones entre diferentes aspectos ) forma parte de su propio sistema cognitivo.
” El mapa no es el territorio” - Ludwig Wittgenstein
Lo que vendrían a vislumbrar Carr y los investigadores mencionados, es que la oportunidad de buscar Google como motor de búsqueda, le da a las personas que lo usan la sensación de que ha pasado a formar parte de su propio sistema cognitivo.
Un conocimiento extensivo, residente fuera de su cabeza, pero complementario.
Fragmentado, pero accesible. Consultable.
Y un pensamiento universal, en el sentido de compartido. Regulado por motores de búsqueda. Que priorizan aquellas entradas más visitadas o más representativas. Un pensamiento construido por otras personas.
Internet y su información, como un mapa accesible a través de motores de búsqueda.
Pero que tampoco es el territorio.
Es solamente algo construido por otros, que representa la realidad, pero que no es la realidad.
Ni su realidad.