Gutiérrez y Pepita

Déjate flotar,

decía ella,

y lo transportaba en sus fantasías de colores.

 

Te entregaré el mundo,

decía él,

e imaginaba para ella galaxias de naranjas planetas.

 

Y la ciudad,

trepidante,

detenía su ritmo para observar,

cautivada,

a aquellos dos chicos de la calle del doctor Fourquet.

 

 

Pero hay amores que matan,

y este no podía ser,

pues Gutiérrez era un bala perdida,

y Pepita is Dead.